Esta frase suena mucho en la previa a un proceso electoral. Escenario
quizás comparable con la pretemporada de un campeonato de fútbol. Rumores y
chismes van de lado a lado. Sumas y restas. Aceptaciones y Rechazos. Dentro de
ese marco, en los últimos días se ha venido especulando sobre la posibilidad de
una alianza entre el Partido Aprista Peruano (PAP) y el Partido Popular Cristiano
(PPC). Algunos ven esta posibilidad como una mala idea http://larepublica.pe/impresa/opinion/715326-alianza-sin-progreso
otros por su parte, consideran que sería un hecho positivo http://peru21.pe/opinion/juan-jose-garrido-positiva-alianza-2231199.
Es interesante ver las opiniones desde el balcón, sin embargo prefiero apoyar
mi opinión en hechos concretos.
Empecemos evaluando la historia. El primer gran acercamiento
entre ambas agrupaciones, se produce cuando en la Asamblea Constituyente que
diseñó la Constitución de 1979, Luis Bedoya Reyes decide respaldar a Víctor Raúl
Haya de la Torre, a pesar del ofrecimiento del comunismo de apoyarlo para que
asuma la presidencia de la mencionada asamblea (este comentario para recordar
que el comunismo en el Perú no se hace problemas en aliarse con el PPC, lo
mismo ocurrió en el proceso de la reciente revocatoria a la ex alcaldesa Villarán).
El gesto de Bedoya con Haya en la
constituyente permitió la consecución de la mejor constitución que ha tenido el
Perú. No solo por su contenido, sino también por el alto consenso logrado en
ella. Fue una pieza de concertación y madurez política que reflejó muy bien su
momento histórico y que debe reivindicarse por su gran aporte al país.
El APRA y el PPC son partidos
políticos que al igual que Acción Popular (AP), luchan contra el desprestigio
de la clase política peruana. Ante todo, son sinceros, aceptan su realidad y su
propia naturaleza. Ello a diferencia de agrupaciones que plantean ser “lo nuevo”
pero que a la larga resultan ser algo peor. Sin ideología que los articule, sin
estructura organizativa, sin democracia interna, sin transparencia en el manejo
de recursos, son solamente franquicias que subastan candidaturas al mejor
postor, ya sea por su dinero o por sus votos.
Esta situación es muy peligrosa y
debe corregirse. De eso se trata el construir Estado. Con partidos políticos
que contribuyan a la institucionalidad, que con sus defectos pero con su
vocación de permanencia en la historia, se esfuercen por contribuir al diseño
de un plan para el país, que vaya por encima de las coyunturas del momento.
Veamos dos ejemplos que vienen al
caso. En Chile, hace varias décadas se ha constituido la concertación, que
agrupa a los partidos socialistas, socialdemócratas y democristianos. Es a
partir de este espacio que se ha construido un modelo a largo plazo que ha
venido dándole importantes resultados. Chile es lo que es en la región por su
madurez política la misma que devino en políticas públicas bien trabajadas. Los
rivales de ayer entendieron que su país necesitaba un cambio para sostener la
democracia y la institucionalidad.
En Alemania, Desde el 2013 se
formó un gobierno de coalición, entre la Unión Cristianodemócrata (UCD) y el Partido
Socialdemócrata Alemán (SPD). También existen muchos críticos a este acuerdo,
pero mirando los resultados tanto para los partidos como para el país, no
parece haber sido un error.
El APRA y el PPC, lejanos en
algún momento hoy se miran de reojo. Personalmente veo complicada la
conformación de una alianza en primera vuelta, por la coyuntura interna y por
la proximidad de las elecciones. Sin embargo, qué bien le haría al país, que sus
partidos más importantes puedan ponerse de acuerdo para brindar al Perú la oportunidad de salir del estancamiento en el que se
encuentra producto del gobierno de los Humala. Nuestra historia lo demuestra y la de otras experiencias también.